su falsa confianza en las cosas creadas; se sentía contenta y segura en los bienes materiales que poseían. Por eso, necesitaban saber desde un principio que quien les hablaba está por encima de lo creado. Él les puede dar la seguridad que jamás encontrarán en las cosas materiales. Es interesante notar que no hay elogios para Laodicea. La ciudad de cuyo ángel Jesús dijo que estaba “muerto” (3:1), Sardis, tenía “unas pocas personas” (3:4) que permanecían fieles. En cambio, en Laodicea, el juicio del
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